Una golondrina azulnegra del desierto hembra asoma la cabeza por una cavidad en el Parque Greasewood en Tucson (foto de Richard Fray).
Por Emily Clark, Sonoran Joint Venture, en colaboración con Jennie MacFarland y Olya Phillips, Sociedad Audubon de Tucson
Algunas especies de aves son tan carismáticas que parecen capturar los corazones de todo el mundo. Con la llamativa iridiscencia de las plumas oscuras de color azul morado de los machos, a los simpáticas vocalizaciones y acrobacias aéreas para atrapar insectos, las golondrinas azulnegras (Progne subis) ejemplifican esta categoría. La práctica de colocar cajas para los nidos de la especie se ha documentado muy bien a través de la historia. Desde una sola jícara hasta impresionantes complejos de múltiples unidades, la adoración de la gente por ofrecer viviendas ha ayudado considerablemente a compensar la disminución de las cavidades disponibles para anidar debido a la pérdida del hábitat a lo largo del oriente de EEUU. Existen tres subespecies en Norteamérica: subis para la población que se extiende por el este, arborícola para las aves de occidente que anidan en bosques de gran elevación, y hesperia para la subespecie que anida en el desierto del suroeste. Aunque se ha estudiado ampliamente en la mayor parte de su zona de reproducción, todavía queda mucho por aprender sobre la subespecie hesperia (de aquí en adelante la golondrina azulnegra del desierto).
A diferencia de sus contrapartes del este, la golondrina azulnegra del desierto no se ha documentado utilizando nidos artificiales en cajas y están casi exclusivamente atadas a las cavidades en los cactus de columna (sahuaro y cardón) para anidar. Son más pequeñas y las hembras son más pálidas en color. Mientras que todas las golondrinas azulnegras migran a Sudamérica para el invierno, las golondrinas azulnegras del desierto usan diferentes estrategias de movimiento y tiempo. Llegan más tarde que otras subespecies y aprovechan la abundancia de insectos durante la temporada de monzones. Al final de la época de anidación, las aves se reúnen en posaderas comunales de gran tamaño.
Jennie MacFarland, bióloga para la conservación de aves de la Sociedad Audubon de Tucson (TAS) inicialmente se interesó en la golondrina azulnegra del desierto en el 2012. Empezaron a circular reportes de observadores de aves sobre las congregaciones en los cables de alta tensión en el verano en el sureste de Arizona. Intrigada, la TAS decidió investigar. Al llevar a cabo un censo conduciendo, observaron miles de golondrinas azulnegras del desierto posadas a lo largo de los cables de alta tensión. “Al ver cuántas aves había nos quedamos totalmente anonadadas”, recuerda MacFarland del estudio.
La golondrina azulnegra del desierto se encuentra abundantemente en lugares con zonas ribereñas exuberantes como el área del Río San Pedro adyacente al hábitat del Desierto Sonorense. Dicha abundancia no sólo capturó la atención de la TAS, sino también la del Dr. Kevin Fraser de la Universidad de Manitoba, quien estudia a las golondrinas azulnegras en general. En el 2013, viajó al sureste de Arizona y se unió al equipo de la TAS para observar más cuidadosamente a la científicamente misteriosa subespecie hesperia de golondrina azulnegra. El equipo pudo encontrar los anticipados enormes números de golondrinas azulnegras a lo largo del Río San Pedro, y también tuvo éxito en las áreas del Desierto Sonorense al occidente de Tucson. En aquel entonces, el Dr. Fraser no pudo regresar a realizar un segundo año de investigación, pero esa sociedad condujo a más investigaciones para estas sorprendentes aves más adelante.
Avance a 2020, con muchas de las preguntas aún por responder sobre la historia natural de la golondrina azulnegra del desierto, la TAS ayudó a establecer el Grupo de Trabajo de la Golondrina Azulnegra del Desierto junto con el Dr. Fraser. Iniciaron un estudio piloto para ayudar a abordar los huecos en los datos. Armados con muchos voluntarios leales de ciencia comunitaria, el 2020 era el momento perfecto para llevar a cabo estas observaciones a una sana distancia. MacFarland, junto con Olya Phillips, coordinadora de ciencia ciudadana de TAS, dirigieron el desarrollo del proyecto. Los objetivos principales del estudio eran promover que la gente reporte las observaciones de las aves y las cavidades de anidación a la TAS o a través de eBird; documentar las colonias de anidación y las características físicas de las cavidades de los nidos (p. ej., altura y orientación); y realizar observaciones de comportamiento durante la temporada de reproducción.
Los voluntarios de ciencia comunitaria podrían participar en niveles diferentes, desde sencillamente reportar una observación hasta comprometerse a monitorear un nido durante toda la temporada de reproducción. Con las capacitaciones del protocolo realizadas de manera virtual y el acceso a materiales e informes en línea, se le dio énfasis a los lineamientos de seguridad pública minimizando las alteraciones al delicado hábitat del desierto y a las aves anidando.
Además, MacFarland y Phillips pudieron visitar una selección de cavidades de anidación para estudiarlas con un endoscopio. Que básicamente es un instrumento tubular con una cámara digital conectada a un teléfono inteligente para ver fácilmente a través de un espacio estrecho. Como pueden imaginarse, las cavidades de anidación pueden estar a unos 15 pies o más alto, de modo que el endoscopio se sujetó a un poste muy largo y se maniobró cuidadosamente. Para ello se requirió mucha habilidad y paciencia. También recopilaron especímenes (plumas o aves muertas) para análisis genéticos.
Más de 40 voluntarios participaron en la temporada de estudio piloto de golondrina azulnegra del desierto. Entre todos documentaron 63 sahuaros con nidos y descubrieron más de 30 áreas adicionales de anidación. Los participantes observaron más de 20 ubicaciones de posaderas. De julio a septiembre más o menos, el equipo recopiló observaciones detalladas del comportamiento de reproducción y otras observaciones de historia natural. Aunque aún se están interpretando los datos, parece que las aves prefieren cavidades para anidar en lo alto, requieren un hábitat del Desierto Sonorense de alta calidad y prefieren posarse cerca de áreas ribereñas. Estos resultados iniciales sólo son el comienzo de estudios a futuro y un mayor entendimiento de cómo conservar a esta singular ave.
La Sociedad Audubon de Tucson no habría podido lanzar este proyecto sin la increíble ayuda de los observadores de aves que reportaron las observaciones y sin la dedicación de los voluntarios que registraron observaciones a detalle. Si estás interesado en participar en el estudio del próximo año o deseas saber más, por favor visita la página electrónica. También puedes ver un video de los resultados del resumen de la temporada piloto y este divertido video montaje de ¡las aves en acción!