La vegetación de matorral costero en la Reserva para la Biodiversidad Parque Safari, Condado de San Diego (foto de la SDZWA).
Por Charlie de la Rosa, Coordinador del Programa de Natural Lands, Alianza de Vida Silvestre del Zoológico de San Diego
La flora y fauna del Condado de San Diego es sorprendentemente diversa, un reflejo de la amplia gama de hábitats que se encuentra en el condado, desde esteros y playas costeras arenosas a las montañas, desiertos, pastizales y matorrales. Como mucha de la parte sur de California, San Diego también sustenta a una masiva población humana, y las áreas silvestres a menudo resultan fragmentadas por las alteraciones humanas y el desarrollo, particularmente cerca de las costas. Los puntos de partida geográficos naturales como las cordilleras montañosas y los cañones de los ríos se cruzan con las barreras construidas por el hombre, como las cercas y los caminos, reestructurando y deshilvanando los corredores de vida silvestre. Si nosotros los humanos en ocasiones estamos confundidos con nuestro propio complicado medio ambiente, imagina navegar este paisaje siendo un pájaro. Las habilidades de las especies residentes para adaptarse y aferrarse a los fragmentos de hábitats que quedan—y de las especies migratorias que siguen los caminos y corredores ancestrales transformados, encontrando su camino a través de los límites reales y artificiales para encontrar oasis—son extraordinarias.
Uno de estos oasis es la Reserva para la Biodiversidad Parque Safari, un área protegida de 900 acres en el Valle San Pascual de la parte norte del Condado de San Diego. La reserva es parte de la Alianza de Vida Silvestre del Zoológico de San Diego Parque Safari, y aunque no hay acceso para la mayoría de los visitantes, la reserva está abierta a los investigadores, educadores y socios tribales. Una de nuestras principales metas es entender la función de la reserva como hábitat para especies residentes y migratorias en la matriz de los problemas de uso de suelo de la parte norte del Condado de San Diego, y vincular nuestro monitoreo de la biodiversidad e investigación con las iniciativas de mayor tamaño sobre especies y la región. Ser socios del Sonoran Joint Venture para nuestro estudio de aves en reproducción nos ha permitido lograr exactamente esto: al diseñar nuestro estudio conforme con los protocolos de conteo de puntos estandarizados de Point Blue y con el acceso al Borderlands Avian Data Center, el esfuerzo del censo en nuestra propiedad relativamente pequeña puede contribuir a la conservación de aves a escala regional y binacional.
La metodología de estudio de conteo de puntos que estamos usando depende de la habilidad de los participantes de identificar de manera precisa a las aves en lugares de muestreo estadísticamente independientes tanto por observación como por sonido—habilidades que yo, un ecólogo y observador de aves bastante amateur, no poseo. Afortunadamente la Alianza de Vida Silvestre del Zoológico de San Diego atrae a excelentes voluntarios, de modo que nuestro equipo de voluntarios me puso a Gavin de pareja, un estudiante universitario con una habilidad increíble para identificar especies por llamado y canto, aleteos, golpeteos y marcas. El año pasado el estudio fue principalmente una herramienta para llenar un listado de especies, pero ahora, los datos nos permitirán calcular la probabilidad de detección de las diferentes especies, compararlas de un año a otro, y compararlas con los resultados de otros estudios regionales y específicos para hábitats.
En el 2021, estudiamos 22 puntos a lo largo de la Reserva para la Biodiversidad en un total de cuatro ocasiones, realizando estudios cada dos semanas. Los puntos muestrearon la mayor variedad de hábitat según fue posible y que la reserva permitió, incluyendo matorrales costeros al norte y al sur, bosques de roble costeros, chaparral, e incluso un bosque ribereño de sauce y álamo. Increíblemente, escuchamos y vimos a un Vireo de Bell—una especie en la lista federal con requisitos de hábitat muy específicos—en un pequeñísimo estrecho del bosque ribereño en la orilla de la propiedad del Parque Safari. Las aves acuáticas migratorias se amontonaron en los estanques del Parque Safari y en los humedales durante el estudio, mostrando los colores y la biodiversidad del Corredor Migratorio del Pacífico. Las observaciones más emocionantes en los estanques fueron el pato arcoíris, el pato mandarín, el cormorán pelágico y la cigüeña americana, presentándose en el mismo momento que nuestros transectos, pero desconcertantemente nunca mientras recopilábamos datos. Otros aspectos destacados del estudio del 2021 fueron la paloma encinera y la alondra cornuda, así como nuestros residentes comunes en la localidad, pero regionalmente escasos, la matraca del desierto costera y la perlita californiana.
Este año, comenzamos más temprano y concluimos dos de nuestros cuatro transectos. Haber empezado antes ya produjo especies migratorias interesantes: la paloma alas blancas, la aguililla de Swainson y el gorrión barba negra son lo más sobresaliente del 2022 que estuvieron ausentes en el estudio del año pasado. Esperamos que conforme la temporada avance surjan llegadas más emocionantes.